Cafe Haiti

Ahí estaba como siempre en el café Haití, sirviendo y conversando con los clientes, en su mayoría viejos q solamente buscaban alguien q los escuchara y los hiciera sentir importante. Mientras yo en el paseo ahumada aspirando una bocanada de humo de tabaco tan profunda q me hizo recordar todos los buenos y malos momentos q hice pasar a esta mujer, todo lo q la había hecho sufrir, todo lo que la hice soñar y a la misma vez todos los sueños que destruí. Hoy la vida había hecho lo justo, ella con su pareja y mil sueños por cumplir y yo cada día mas viejos y mas solo. Tire el cigarro contra la acera y seguí mi camino a plaza de armas, esperando tener algún día el valor para pedirle disculpas

La muerte

Saliendo de la piojera, luego de beber unos cuantos terremotos, la luz artificial de Santiago me hizo difícil el camino. Bajé por calle Puente, hasta Plaza de Armas donde me encontré con un viejo amigo, el cual se acercó a mí a una velocidad inesperada. Levanté mi mano como saludo y éste me agarró entre sus brazos y me dijo: “Heredia sácame de aquí, me quieren matar”. Busque en mi cinturón que el arma estuviese firme pero el disparo fue rápido y certero, no alcancé a desenfundar el arma cuando vi a mi amigo en el piso, bañado en su propia sangre. No sé si fue el efecto del alcohol lo que hizo que mi reacción fuera tan lenta o los años que se me venían encima como una condena de ser menos ágil. Me quede tirado junto a él, esperando un milagro, ese maldito milagro que he esperado toda mi vida, pero fue imposible. No reaccionó y sus ojos no volvieron a ver la luz nunca más.
En Puente con Catedral a un costado de la Iglesia está su tumba callejera, una tumba a la cual nunca llegaran flores, sólo basura y pisadas de la gente.

Insoportable

Ya era media noche, el resfrío no me dejaba tranquilo. Tanto los cigarros como el tequila que me acompañaba destruían más y más mi garganta. Mi gato Heredia no me soportaba y salió dando un brinco por la ventana. Le escuche decir "chao insoportable".
No me aguantaba, no podía sostenerme en pie, no sabía si era por el efecto del licor mexicano o por el maldito dolor de cabeza que me acompañaba desde la mañana. El ruido de Santiago me hacia pensar cada vez más en acabar con esto de una vez, estaba solo... solo en la oscuridad como siempre habia merecido estar.

Miedos...

Paseaba por plaza de armas y mi mente no pensaba en nada, mis pies solos andaban. entonces una joven se acerca a mi, me entrega un folleto y me pregunto cuales eran mis miedos, la verdad no me gustan estos grupos de auto ayuda así que la mire y seguí mi camino. Pero empece a caminar llegando a ahumada y mis mayores miedos empezaron a florecer en mi cabeza.
El miedo del día de aceptar el dolor como debe ser y no esconderlo tras risas y chistes.
El miedo de llorar, llorar como un bebe si fuera necesario.
El miedo a la soledad, la soledad mas absoluta del mundo.

Muchos miedos y las ganas de querer el abrazo de alguien pero a la vez, no quererlos preocupar por ti.

Escapando

Caminaba por san diego hacia la alameda, fumaba el cuarto cigarro del dia, mi reloj no marcaba aun las 12 y el sol pegaba fuerte en mi cara. Me acerque al quiosco de Fernando y este me saludo animadamente. Viejo amigo que hace por estos lugares –dijo mientras asomaba su cabeza por la pequeña ventanilla. Busco libros ya sabes – respondí mientras pegaba una calada de mi cigarrillo. Heredia tú y tus libros para que quieres mas, si tu casa parece la biblioteca nacional, entre tanto polvo. – dijo y miro hacia mi espalda. No alcance a responder y me miro con una cara que no recordaba haber visto desde los tiempo de dictadura. Heredia – dijo al fin con voz seria. Te están siguiendo, el nombre que está detrás del auto rojo. Trate de mirar disimuladamente dije gracias y seguí mi camino. Apure el paso hasta llegar a alameda cruce hasta bandera y seguí mi camino hasta plaza de armas, no me podía sacar al hombre de encima. ¿Quién era? Y ¿Por qué seguía mis pasos tan celosamente? Logre entrar al café restaurant “marco polo” ubicado al costado de la plaza de armas. Se acerco juanito el mozo que siempre me atendía y me dijo ¿la misma mesa de siempre Heredia? Necesito que me saques de aquí me siguen dije tocándole un hombro. Claro por la cocina dijo y me guio hasta ella. Entre logre salir por la parte de atrás. Lo había perdido, saque un cigarro y me dirigí hacia mi departamento, muchas preguntas en mi cabeza y la rabia de no poder conseguir el libro que buscaba

Llamado. (Parte II)

Limpiando el escritorio, encontré una carta la cual decía tus sentimientos hacia mi… me hizo pensar en volar y ayudarte en EE.UU, la verdad me costaba encontrar la razon para que me necesitaras después de tanto tiempo y que fuera el único que te pudiera sacar de esa situación.

Reloj

El reloj marcaba cerca de la media noche , la única compañía un cigarro y un vaso en la otra mano, BB King sonaba de fondo y cada gota de alcohol se metía mas en mi interior. El departamento se movia al compás de la música y mi cabeza al compás del alcohol, necesitaba sacar todo, anciaba poder destruir . Pero la música provocaba un cierto relajo. Ya no conocía ni mi nombre ni mi cara, era un desconocido para mi y queria serlo. Queria aparentar ser alguien que no queria, anhelaba salir de la burbuja a explorar lugares insospechados. BB King seguía sonando pero su voz se alejaba mas y mas de mis pensamientos. En cierta forma queria desaparecer, pero no podia, por que todavia existe gente que me necesita.